domingo, 9 de marzo de 2014

Con el perfume de la sencillez...



     Con la simpleza de las margaritas… así la recuerdo a Serafina Sacks, la querida Hna Serafina.

   No tengo presente cuándo apareció en el Instituto y tampoco quiero investigar… sólo quiero escribir lo que dejó en mí y en los alumnos su paso por el colegio... tal vez porque no haga falta saber más o tal vez porque no importa el tiempo que nos acompañó… sino cuánto dejó en todos los que la conocimos.
   Al encontrar la foto que acompaña este escrito, no quise seguir buscando otra… así conocí a Serafina… siempre en movimiento. Parecía que ella estaba en todos los lugares al mismo tiempo, si alguien precisaba algo… como por arte de magia allí aparecía, con su amplia sonrisa y dispuesta a solucionarte el problema. 

  Quizás estas palabras que recibí de Miguel Moretti, mi alumno que en 1991 egresó con el título de Perito Mercantil, para consignar su obra en relación con el festejo del Centenario del Cristo Redentor en Las imágenes que se fueron gestando... desde 1979, la muestran en toda su amplitud: “Y cómo no recordar a la querida Hermana Serafina Sacks que: atendía el Kiosco, baldeaba TODA la escuela, cuidaba esas hermosas plantas y los helechos! Colgaba pizarrones, nos hacía café en invierno, habría el portón y los viernes a las 18 hs: apurate a salir porque desde las escalinatas de la primaria se venía la catarata de agua con espuma porque “la Serafina” se limpiaba todo y si te quedabas lento te bañaba a baldazos!!!!!!! Qué ejemplo de orden, que dedicación, sentido del deber y… amor por lo que se hacía y se tenía. Y cuando digo que “colgaba pizarrones” es así: un día en 4to año se desplomó uno y yo pensé: llamarán a un albañil, carpintero… pero no, “la Serafina” agarró enduído, clavos, martillo y nos pidió ayuda a dos o tres que allí estábamos; entre todos lo colgamos y ¡problema solucionado!”

   No estaba en las aulas, no dictaba ninguna asignatura,  no cumplía ninguna función administrativa, no tenía a su cargo ningún grupo de Catequesis…. y sin embargo estaba en todos lados, era el corazón de la escuela, quien se encontrara con ella no podía quedar indiferente ante su presencia y su influencia porque educaba de la forma quizás más difícil de lograr... con el ejemplo de su entrega  a su trabajo y su vocación. Siembra que llega... semilla que fructifica.

   Seguramente todos tendremos más de una vivencia guardada en el alma en relación con la Hna Serafina y seguramente  así habrá sido en todos los lugares por donde ha caminado.  Hace unos cuantos años que está en el Hogar La Providencia de Villa Urquiza… hace unos cuantos años que dejé de verla porque un día se marchó a cumplir su tarea en otro destino… pero lejos o cerca, cuando pienso en el Instituto siempre su nombre se hace presencia en mis recuerdos.
  Hna Serafina… la disponibilidad  hecha servicio… la humildad hecha entrega... la simpleza de las margaritas… el exquisito perfume de la sencillez.


                                                                                              María Adela Pon

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