sábado, 4 de agosto de 2012

En el papel... también tiene su historia


   Nunca me voy a olvidar del momento en que el logo del Colegio nació para el papel.
   
   Fue una tarde a comienzos del 2000; habíamos empezado el ciclo lectivo estrenando uniforme nuevo y en una sus prendas, una remera blanca,  brillaba ese logo a la altura del corazón.

  Estábamos en Vice Rectoría con Silvia Aranguren, profesora de Computación,  y se nos ocurrió que estaría bueno escanearlo para poder transformarlo definitivamente en el símbolo identificatorio del Instituto, para que estuviese presente no sólo en el uniforme de sus alumnos, sino también para que pudiera ser exhibido en toda la documentación  del mismo que se expidiera tanto interna como confeccionada hacia terceros.
    
     Y así nació. A partir de ese día nunca dejé de ponerlo orgullosamente en todos los proyectos que surgieron guiados por mi mano, mi dirección y el esfuerzo de todos los docentes que compartieron conmigo la inmensa alegría y también la enorme responsabilidad de armar. Sin saberlo, me guiaba inconscientemente la intención de dejarlo acompañando  a mi segundo hijo,  al que vi plasmado en el papel pero que  no pude ver crecer ya que comenzó a implementarse en marzo de 2001 cuando yo ya no estaba.   Y es por eso seguramente que la emoción me embargó cuando lo ví en el encabezamiento de cada una de las hojas del Proyecto Educativo para Nivel Polimodal con Orientación en Economía y Gestión de las Organizaciones, el hijo que creció protegido y cuidado por las manos generosas de todos aquellos que trabajaron arduamente para ponerlo en práctica, y que tuvo como destino la formación de los alumnos de nueve promociones (2003- 2011) ya que ahora tampoco sigue como oferta educativa del Establecimiento porque desde el 2009 una nueva reforma en los planes de estudios se puso en marcha y a fines de este año precisamente, egresarán las primeras promociones de la Escuela Secundaria en sus cuatro orientaciones.
      
    Al año siguiente cuando mi voz ya no se escuchaba en los pasillos ni en las aulas del Instituto, más precisamente en el mes de septiembre y con motivo del día del profesor, una carta llegó a mi casa y al ver el sobre mi corazón comenzó a latir con más fuerza, sabía de dónde venía con sólo mirar el ángulo superior izquierdo; allí estaba como diciendo estoy todavía presente, soy el sello inconfundible de tu querido colegio. Ese sobre contenía una invitación para asistir a la fiesta del reencuentro con los compañeros, en la cual recibiría la Tau, el otro signo identificatorio de la pertenencia a la comunidad del nivel secundario y que todos los jubilados nos  llevamos orgullosos una vez que decimos adiós.
   
    Ojalá  pueda seguir viendo ese logo… porque esa tarde en Vice Rectoría su nacimiento fue pensado imaginándolo impreso en el papel mientras que en el corazón del Instituto Cristo Redentor siga encendida la lámpara de la fe y el amor,  la misma que  animaron a las Hermanas a trabajar por la educación de los jóvenes desde su creación.






                                                                                                María Adela Pon


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